9.1. Alfonso XIII y la
crisis del sistema político de la Restauración: los partidos dinásticos. Las
fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y
anarcosindicalistas.
Introducción
El 17 de mayo de 1902, el
heredero de la Corona, Alfonso XIII, se convertía en rey, previo juramento de
la Constitución de 1876. En ese momento el sistema de la Restauración dependía
para su continuidad de que se diese solución a estos urgentes problemas:
-
Necesidad de dar autenticidad al sistema político, permitiendo y animando a la participación real de
toda la población. La existencia de un régimen político corrupto con elecciones
fraudulentas hasta ahora no lo había permitido.
-
Atención a las reivindicaciones prácticas de las
clases populares. Medidas como el Reglamento de Inspección del
Trabajo (1906), para regular la cuestión de los accidentes de trabajo; la Ley
de Huelga (1909) etc.., parecen ir por esa línea. Pero el desencanto de las
clases trabajadoras les llevará hacia posiciones políticas cada vez más
radicales.
-
Lograr la integración en el sistema de la Restauración
de nuevas fuerzas políticas en ascenso:
el PSOE, que obtuvo en 1910 su primer diputado (Pablo Iglesias); las fuerzas
regionalistas, especialmente el catalanismo, que en 1901 (LLiga Regionalista) y
en 1906 (Solidaritat Catalana) obtuvo éxitos electorales y que tenía un nuevo
líder Francesc Cambó; y por último, el republicanismo, que también crecía en
importancia política con la fundación del Partido Republicano Radical (1908), de
Alejandro Lerroux, y del Partido Republicano Reformista (1912).
-
Un ejército herido en su orgullo por la derrota en
Cuba y que ven los nacionalismos periféricos como una seria amenaza para la
unidad de España.
Evolución del régimen, intentos regeneracionistas
en los partidos dinásticos
Coincidiendo con el cambio
de siglo se produjo la necesidad de relevar a los primeros hombres de la
Restauración, provocando dentro de los partidos oficiales una lucha por el
liderazgo, que provocará una cierta inestabilidad política. En la etapa
conservadora que va de 1902 a 1905 hubo cinco presidentes de Gobierno, y en la
liberal, de 1905 a 1907, otros cinco.
En el Partido Conservador,
a la muerte de Cánovas del Castillo, su sucesor Silvela, crítico con el canovismo,
intentó unir las corrientes regeneracionistas surgidas tras el ¨desastre¨, pero
lo único que logró fue poner de manifiesto la dificultad de acuerdo entre sus
componentes. A Silvela pronto le disputó su liderazgo Fernández Villaverde. Con
todo el político más representativo del partido fue Antonio Maura, que acabó
convirtiéndose en el jefe conservador. Católico, enemigo del caciquismo para
lograr la pureza de las votaciones, ocupó la presidencia del Gobierno entre
1903 y 1904, y de nuevo, en el bienio 1907-1909.
El Partido Liberal padeció
también por esos años el problema de la jefatura producido con la muerte de
Sagasta en 1903. Montero Ríos y Segismundo Moret se disputaron el liderazgo,
aunque fue un tercero José Canalejas quien se convertiría en el verdadero jefe
de los liberales.
El Gobierno conservador de
Maura (1907-1909) y el liberal de Canalejas (1910-1912) constituyen la etapa
central de la monarquía alfonsina. Fueron años de renovación interna, pero su
fin llevará a la quiebra definitiva del sistema de la Restauración.
El turno liberal
(1905-1907) se encontró con dos problemas el radicalismo del catalanismo y la
aprobación de la Ley de Jurisdicciones. En 1905, las elecciones municipales
dieron el triunfo en muchos ayuntamientos de Cataluña a la Lliga, lo cual hizo
que en determinados órganos de opinión se desatara una euforia separatista,
destacando la revista satírica Cu-Cut y el periódico La Veu de Catalunya, que
lanzaron ataques a la unidad de la nación española, al rey y al ejército. La reacción
de los oficiales de la guarnición de Barcelona fue contundente, con el destrozo
de los locales de ambas publicaciones. El otro problema vinculado con el
anterior, fue la aprobación de la Ley de Jurisdicciones, en ella se establecía
que en el Código de Justicia Militar quedarían incluidos, en adelante, los
delitos de injurias y calumnia al ejército.
Tras estos hechos, el
nuevo Gobierno conservador de Maura presentó un programa revisionista intentó
acabar con el caciquismo y legitimar la vida política, reformar la ley
electoral, descentralizar el poder y fomentar la economía. Aunque se encontró
con la desconfianza de la oposición y las resistencias dentro de su propio
partido. Su labor se vio interrumpida por la crisis de la Semana Trágica de
julio de 1909.
España, tras el desastre del 98, intentó recuperar el prestigio
nacional maltrecho y poner fin al “aislamiento exterior”. Por ello, Marruecos
fue el eje de la política exterior del primer tercio del siglo XX.
En la Conferencia de Algeciras de 1906 Francia y España fijaron
sus respectivas zonas de influencia. A España le correspondía la zona norte,
cuya pieza esencial era el Rif. Esto obligó al gobierno español a incrementar
el contingente de tropas y acometer campañas militares para someter el territorio
y asegurar la explotación de las riquezas mineras.
En julio de 1909 se produjeron graves enfrentamientos entre las
tropas españolas y los rifeños. El gobierno decidió enviar refuerzos
peninsulares y movilizó a los reservistas de Cataluña, padres de familia. El
embarque de las tropas en Barcelona desencadenó un movimiento de protesta
contra la guerra, con una huelga general.
La emboscada en el Barranco del Lobo, con numerosas bajas de
soldados españoles, encendió más la huelga, promovida por socialistas y anarquistas,
que degeneró en una revuelta espontánea, conocida como la Semana Trágica de
Barcelona. Grupos armados levantaron barricadas y se enfrentaron a las fuerzas
del orden. El gobierno reprimió con dureza la revuelta. Entre los fusilados se
hallaba el anarquista Ferrer Guardia, destacado pedagogo de la llamada Escuela
Moderna, el cual fue fusilado sin pruebas tras acusarle de ser el responsable
de este levantamiento. Este hecho provocó un gran escándalo nacional (incluidas
críticas de personalidades del Partido Liberal) e incluso internacional donde
se denunciaba la actuación de Maura, el cual se vio obligado a dimitir.
Tras un breve Gobierno de Moret, el rey nombró como jefe de
Gobierno al liberal Canalejas, que pretendió llevar a cabo una reforma social,
propiciando un diálogo con el movimiento obrero; la separación real entre la
Iglesia y el Estado (con la Ley Candado, que le aportó muchas críticas y la
ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano); un programa educativo y la
modificación del servicio militar, que se hizo obligatorio en tiempos de
guerra, circunstancia en la que quedaba eliminada la categoría de ¨soldado de
cuota¨.
La labor modernizadora de Canalejas quedó truncada trágicamente
cuando fue asesinado en noviembre de 1912. En ese instante, finalizaron a la
vez la etapa de regeneracionismo interno desde los Gobiernos y los mejores
momentos del reinado de Alfonso XIII.
Las fuerzas políticas de oposición:
republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas.
Los partidos excluidos del
sistema habían tenido muy poco peso desde el comienzo de la Restauración, pero
en los inicios del siglo XX su fuerza y sus apoyos comenzaron a aumentar.
Los republicanos: En las primeras décadas del siglo XX la oposición más importante era
el republicanismo que conoció una renovación ideológica con la inclusión de las
doctrinas del nuevo liberalismo democrático, más sensible a las reformas
sociales, para intentar mejorar la vida de las clases medias y obreras.
El impulso regenerador y
unificador llegó en 1903 con la formación de la Unión Republicana, cosechando
un notable éxito electoral en las grandes ciudades. Las divergencias en este
partido terminaron por dividir de nuevo al republicanismo; en 1908 se escindió
el sector radical liderado por Lerroux, que formó el Partido Radical.
Los nacionalistas: El catalán era el nacionalismo de mayor relevancia en las primeras
décadas del siglo XX. Estuvo dominado por la Lliga Regionalista, fundada en
1901. Esta formación política consideraba que se debía compatibilizar la
regeneración política y la modernización económica con su reivindicación de la
autonomía de Cataluña. Este era el partido de la burguesía catalana y no contó
con el apoyo de la clase obrera, ya que no atendía a las reformas sociales.
Practicó una política pactista colaborando en ocasiones con los partidos del
turno (Conservadores y Liberales). El nacionalismo vasco. Tras la muerte de
Sabino Arana en 1903, fundador y líder del PNV (Partido Nacionalista Vasco), se
inició un duro y largo enfrentamiento entre el sector independentista y
defensor de las ideas aranistas, y otro más moderado, liberal y posibilista que
optaba por la autonomía vasca dentro de España. Con la nueva estrategia del
sector autonomista, el nacionalismo vasco, amplió sus bases sociales y se
consolidó como la fuerza mayoritaria en el País Vasco.
Dentro de las fuerzas obreras, como a finales del siglo
pasado, sobresalen dos: Los socialistas (PSOE) crecen lenta pero progresivamente. Se agrupaba en torno a
Pablo Iglesias y contaba con una potente organización sindical que les
respaldaba (la UGT). Los anarquistas logran una amplia implantación entre el proletariado y, entre las
diferentes facciones, desde 1910 (fecha de su fundación) sobresale la CNT, con
un índice altísimo de afiliaciones. Defensores de la doctrina conocida como “la
propagada por el hecho”, o, “acción directa”, fueron los
responsables de los atentados a Canalejas o contra el Rey (el día de su boda).
9.2. La intervención en Marruecos. Repercusiones de la Primera
Guerra Mundial en España. La crisis de 1917 y el trienio bolchevique.
Introducción
Tras los intentos
regeneracionistas de los partidos oficiales, estos se sumieron en la división,
incapaces de solucionar los problemas de España. A los problemas internos se
sumó la influencia que tuvieron acontecimientos de transcendencia mundial como
la Primera Guerra Mundial (1914-1918) o la Revolución Bolchevique en Rusia
(octubre 1917). Todo ello llevará a la descomposición definitiva del régimen de
la Restauración.
Repercusiones de la Primera Guerra Mundial
en España.
Cuando estalló la Gran
Guerra, el gobierno de Eduardo Dato declaró la neutralidad, que fue respaldada
por todos los partidos. A pesar de la neutralidad oficial, las fuerzas
políticas y los sectores sociales mejor informados y con inquietudes políticas
se dividieron en dos bandos, los aliadófilos y los germanófilos.
Se puede decir que los
sectores más conservadores de España simpatizaron, por lo general, con los
Imperios Centrales, mientras que los sectores más liberales y la izquierda se
inclinaron con los aliados. Solo los anarcosindicalistas y una minoría
socialista calificaron la guerra como un enfrentamiento entre imperialismos,
sin decantarse por unos o por otros.
La neutralidad favoreció
una espectacular expansión de la economía. España, que se convirtió en
abastecedora de los países beligerantes, a los que suministró materias primas y
productos industriales. Sin embargo, mientras la burguesía industrial y
financiera se enriqueció con los beneficios extraordinarios de la guerra, las
clases trabajadoras sufrieron un fuerte descenso de su nivel de vida, a pesar
del alza de los salarios, por la escasez y por la subida vertiginosa de los
precios de los productos de primera necesidad.
Esta situación agravó las
diferencias sociales de la época y provocó una gran agitación social y el auge
del movimiento obrero. Este clima de extrema tensión social intensificó el
número de huelgas.
La crisis de 1917
La llamada crisis del
verano de 1917 puso de golpe sobre la mesa los graves problemas del país.
Fueron en realidad tres revoluciones las que coincidieron de forma consecutiva,
aunque no conectaron entre sí. Tras ella la monarquía quedó gravemente
quebrantada.
-
La crisis del 17
se inició con un movimiento militar reivindicativo, fruto de la desigualdad del
trato de los oficiales en Marruecos, con mejores sueldos y ascensos por méritos
de guerra, y las guarniciones de la Península. A lo que se añadía la
precariedad del material y el descrédito entre los militares de los partidos
dinásticos. Esta especie de sindicalismo militar se concretó en la creación de las Juntas de Defensa, que reclamaban
el ascenso por antigüedad y un aumento salarial. Las presiones de los militares
provocaron la caída del Gobierno liberal de Gª Prieto y la del conservador de
Dato. Finalmente, el nuevo Gobierno aceptó gran parte de estas peticiones y
promulgó la Ley del Ejército en junio del 18, demostrando de nuevo su
influencia en la política.
-
En cuanto al
panorama parlamentario, las Cortes estaban cerradas, aunque un grupo de
diputados, sobre todo catalanistas y reformadores, constituyeron una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona
y solicitaron la convocatoria de Cortes Constituyentes. Las fuerzas de orden
público disolvieron la Asamblea, quedando la petición desatendida.
-
Además, la
convocatoria de una huelga general
en agosto, debida en parte por el alza de precios durante la 1ª Guerra Mundial.
Ésta contó con el apoyo de la UGT, la CNT y el PSOE, además de sectores
republicanos. A pesar de que se extendiera por todo el país, acabó siendo
sofocada por el ejército.
El trienio bolchevique
Tras la Gran Guerra, en España, como en todo
Occidente, se vivió una crisis económica generalizada, que provocó un aumento
de la conflictividad social y una subida del sindicalismo. Además, la
Revolución Soviética había creado grandes expectativas para los movimientos
revolucionarios en todo el mundo. El anarcosindicalismo aumentó con fuerza en
estos años. Los conflictos laborales fueron creciendo en extensión, tanto en el
campo (especialmente en Andalucía), como en la industria, sobre todo entre 1918
y 1920, periodo que la derecha denominaría el ¨trienio bolchevique¨. Destacó
por su eco social la huelga en 1919 de la empresa eléctrica La canadiense de
Barcelona, que duró 44 días, contó con un gran apoyo popular y paralizó la
industria catalana. Esta huelga puede considerarse el primer gran éxito del
movimiento obrero en España: se obtuvieron mejoras salariales, la readmisión de
los despedidos y por primera vez, la implantación de la jornada laboral de ocho
horas. Por otra parte, también se reavivaron las luchas de los jornaleros
andaluces, con gran contenido político, cuyo objetivo era lograr una reforma
agraria.
La respuesta de la burguesía fue muy dura,
creando grupos armados (¨sindicatos libres¨), que actuaban contra líderes
sindicales y que llegaron asesinar a algunos muy populares.
En el campo socialista el sindicato UGT no
llegó a adquirir tanta fuerza, aunque amplió su presencia en zonas como
Andalucía. Dentro del PSOE, el debate sobre la Revolución Rusa y la creación de
la III Internacional (Internacional Comunista) provocó la escisión de un grupo
minoritario, pero muy activo, que en 1921 creó el Partido Comunista de España.
La intervención en Marruecos
La depresión moral motivada por el desastre
del 98 había provocado dos tendencias divergentes: por un lado una corriente anticolonialista
y antimilitarista, sostenida por republicanos, obreros y defendida también
desde el regeneracionismo de Joaquín Costa; por otro, el empeño también
regeneracionista, de volver a introducir a España en el círculo de las
potencias europeas, en el momento que el mayor o menor prestigio de las
naciones se media en función de su poder colonial.
España optó, con una opinión pública
mayoritariamente en contra, por embarcarse en la aventura de Marruecos, donde
se tenía algunos territorios, para renovar su prestigio en Europa y defender
algunos intereses económicos en la zona. Desde 1904 la penetración española en
Marruecos había sido pacífica, sustentad en pactos individuales con las
cabilas. Esta fracasó en 1909 y, a partir de entonces se entró en lo que los
círculos diplomáticos se conoció como ¨ el avispero marroquí¨. Lo que se llamó
guerra de Melilla, y que provocó la Semana Trágica de Barcelona; fue la
respuesta militar del gobierno para proteger los intereses españoles ante los
ataques de las cabilas rebeldes.
La 1ª Guerra Mundial, en la que España
permaneció neutral, supuso un paréntesis en la acción en Marruecos, pero una
vez terminada Francia intensificó su acción en la zona, apuntando la amenaza de
instalarse en toda la región sin respetar sus pactos anteriores con España. En
respuesta a esto, y también en 1919, el gobierno español inició una especie de
carrera de posiciones desde las bases de Ceuta y Melilla.
También entre los marroquíes repercutió el fin
de la Gran Guerra porque apareció un nacionalismo revolucionario.
La guerra llegó en 1921, y con ella, el
desastre de Annual. El general Dámaso Berenguer, alto comisario de España en
Marruecos, fue encargado de ocupar la zona occidental, y al general Fernández
Silvestre, inclinado a tomar iniciativas por cuenta propia, se le confiaron las
operaciones en la zona oriental. Volvió a ser una guerra bastante impopular.
Aunque no hubo acciones coordinadas entre ambos generales se ocuparon
importantes posiciones: Xauen, Annual, Sidi Dris, Abarrá,, etc.
Mientras tanto, un caudillo rifeño, Abd
el-Krim, había organizado la resistencia, desencadenando una ofensiva desde
Alhucemas, sobre Igueriben, que fue ocupada, y Annual. Sin la esperanza de
refuerzos, el general Silvestre ordenó la retirada, la cual se convirtió en una
auténtica carnicería en la que murieron alrededor de 14000 hombres, incluido
Silvestre a quien mataron o se suicidó.
Apenas restablecida la iniciativa española en
Melilla se abrió un gran debate nacional sobre esta desastrosa campaña, se
designó al general Picasso para que iniciase una investigación, que no arrojó
demasiadas luces, pero sí dejó constancia que la operación contó con el visto
bueno del gobierno y del propio rey, aunque nadie asumió responsabilidades,
también las investigaciones permitió conocer el grado de corrupción existente
entre los oficiales españoles en Marruecos, quedando bastante desacreditado el
estamento militar.
La
suma de estos factores: inestabilidad política, desorden público (huelgas,
atentados), nacionalismo catalán, Marruecos (¨desastre de Annual¨), propiciaron
el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera en 1923 que fue aplaudido
por gran parte de la sociedad, empezando por la propio Alfonso XIII.
9.3.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA. EL FINAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII.
Introducción: antecedentes del
golpe militar.
A principios de la década de 1920 España vivía una
situación difícil. El régimen de la Restauración se había desprestigiado por
varios motivos: gobiernos ineficaces, división interna de los partidos,
corrupción política, ni siquiera los gobiernos de concentración habían evitado
la inestabilidad política. El movimiento obrero se radicalizaba en sus
reivindicaciones ante la recesión económica, con una escalada de huelgas y
atentados violentos por parte de los sectores más radicales, contestado por el
pistolerismo patronal, a todo esto se añadía las consecuencias del Desastre de
Annual, el auge del nacionalismo que era visto con recelo por conservadores y
militares y por último la mejora de los
resultados electorales de los republicanos y, sobre todo, de los socialistas
provocaba la alarma de las clases altas.
El 13 de septiembre de 1923 el malestar del ejército se
concretó en el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera, capitán general de
Cataluña, éste justificó su actuación como un intento regeneracionista. En su
manifiesto hablaba de establecer una dictadura temporal para resolver los
problemas que tenía España. El golpe de Estado recibió los apoyos del ejército,
de la iglesia, de la burguesía y del rey. Éste, aceptando el golpe de Estado
encargó formar gobierno a Primo de Rivera. Las primeras decisiones políticas de
éste fueron: supresión de las garantías constitucionales, disolución de las
Cortes, prohibición de las actividades de los partidos políticos y el
establecimiento de una rígida censura de prensa.
Etapas:
a)
El Directorio militar (1923-1925).
El primer gobierno de la dictadura se formó
exclusivamente por generales, se denominó Directorio militar (1923-1925). Sus
actuaciones más destacadas fueron:
•
Reorganización de los ayuntamientos y de las
diputaciones provinciales. Los concejales serían elegidos por sorteo entre los
mayores contribuyentes y los alcaldes serían nombrados por el Gobierno. Al
frente de los gobiernos civiles se nombraron mandos militares.
•
Política centralista, se prohíbe el uso de la
bandera catalana y se limita el uso del catalán al ámbito privado.
•
Adopción de severas medidas de orden público, se
prohíben las manifestaciones y las huelgas, lo que redujo rápidamente el número
de atentados y de conflictos laborales.
•
Creación de la Unión Patriótica a modo de
partido único, sin ideología definida, cuya misión era apoyar la dictadura de
Primo de Rivera.
•
El gran éxito de este periodo fue acabar con la
guerra de Marruecos. Una acción conjunta de España y Francia en esta zona
supuso la rendición de Abd-el-Krim, con lo que se logró el control del
Protectorado.
b)
El Directorio civil (1925-1930).
Una vez consolidado el régimen, se sustituyó el
Directorio Militar por el llamado Directorio civil (1925-1930), integrado por
civiles y militares. El objetivo era institucionalizar la dictadura. Con este
motivo, en 1927 se creó una Asamblea Nacional Consultiva, sucedáneo de
Parlamento, compuesto por miembros de la Unión Patriótica, elegidos por
sufragio indirecto, y por funcionarios de la administración nombrados por el
Gobierno. Esta Asamblea elaboró una especie de constitución que no llegó a
entrar en vigor.
El Directorio civil puso en marcha una política económica
intervencionista: se aplicaron medidas proteccionistas como el aumento de los
aranceles, se realizó un ambicioso plan de obras públicas (electrificación de
los ferrocarriles, regadíos en el Ebro) y se crearon monopolios estatales,
entre ellos la Compañía Telefónica Nacional de España y CAMPSA. Para acometer estos proyectos fueron
necesarias grandes inversiones, que dispararon la inflación y la deuda pública.
En política social se creó el Consejo Nacional del Trabajo
para resolver los conflictos laborales. Habría unos comités paritorios para
mediar entre la patronal y los trabajadores. Primo de Rivera intentó atraer a
su política a los líderes sindicales moderados como Francisco Largo Caballero
(UGT) quien, durante unos meses, aceptó formar parte del Consejo. Por el
contrario, la CNT estuvo prohibida y los comunistas fueron perseguidos.
Pese a que la dictadura, como solución provisional, fue
aceptada por gran parte de los españoles, se ganó la oposición de muchos cuando
fue evidente su intención de perpetuarse.
Así la oposición al régimen se generalizó entre los
siguientes grupos:
Los conservadores y liberales exigían elecciones y la
vuelta a la Constitución de 1876. Muchos republicanos se unieron en la Alianza
Republicana e iniciaron una campaña en el exterior contra la dictadura. Los
nacionalistas catalanes también se movilizaron en contra de la dictadura.
Intelectuales como José Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno manifestaron
públicamente su oposición. La UGT rompió sus relaciones con el gobierno y los
anarquistas se organizan creando la Federación Anarquista Ibérica (FAI) en
1927. Un sector del ejército promovió pronunciamientos contra el régimen como
la sanjuanada.
El hundimiento de la monarquía
(1930-1931).
Ante la falta de apoyos, el Rey pide la dimisión a Primo
de Rivera. Éste dimitió en enero de 1930 y se exilió a París.
Alfonso XIII nombra jefe de gobierno al general Dámaso
Berenguer. Con la intención de volver al régimen anterior, pero los partidos
dinásticos estaban desprestigiados y habían perdido su organización y la
situación económica cada vez era más crítica (crisis del 29).
En agosto de 1930 la oposición antimonárquica firmó el
Pacto de San Sebastián, apoyado por republicanos, nacionalistas y más tarde,
por el PSOE. Se creó un Comité Revolucionario presidido por Niceto Alcalá
Zamora para preparar la proclamación de la república. La CNT, respaldó la
conspiración pero no se unió al pacto. Semanas más tarde se difundía un
manifiesto que llamaba a la población a derribar la monarquía.
En diciembre fracasó el pronunciamiento de Jaca, primer
intento de proclamar la república, y los miembros del Comité Revolucionario
fueron encarcelados.
Un grupo de
intelectuales, Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón tomaron
partido y crearon la Asociación al servicio de la República.
En febrero el nuevo jefe de gobierno el almirante Juan
Bautista Aznar convocó elecciones municipales. Las elecciones celebradas el 12
de abril dieron el triunfo, en la mayoría de las ciudades, a las candidaturas
republicanas. El día 14 de abril se proclamaba la Segunda República Española y,
ese mismo día, Alfonso XIII, partía al exilio en Italia.
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