RESÚMENES BLOQUE 6


                6.1. EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868): LA 1ª GUERRA CARLISTA. EVOLUCIÓN POLÍTICA, PARTIDOS Y CONFLICTOS. El     ESTATUTO REAL DE 1834 Y LAS CONSTITUCIONES DE 1837 Y 1845.


INTRODUCCIÓN:
Durante el reinado de Isabel II se produjo el desmantelamiento definitivo del Antiguo Régimen, instalándose en España el Estado liberal. Para ello, los liberales se enfrentaron a los sectores sociales más reaccionarios, en las guerras civiles, conocidas como carlistas. Los militares, en este periodo, intervinieron activamente en la vida política, alcanzando un enorme peso en este campo.
LA PRIMERA GUERRA CARLISTA.
El enfrentamiento comenzó como un problema dinástico. En España, la ley Sálica impedía a las mujeres heredar la Corona. Cuando en 1830, la esposa de Fernando VII, Mª Cristina se quedó embarazada, Fernando publicó la Pragmática Sanción, derogando la ley Sálica para asegurar el trono a su descendiente, aunque fuera una niña. De esta forma, cuando nació Isabel, fue proclamada heredera del trono, quedando Carlos Mª Isidro, hermano del Rey, el segundo en el orden sucesorio. Carlos Mª Isidro no aceptó esta modificación legal y contó con el apoyo de los defensores del Antiguo Régimen, que empezarán a ser conocidos como carlistas. Para hacerles frente, Fernando VII se apoyó en los monárquicos partidarios de ciertas reformas liberales, nombrando jefe de Gobierno a Cea Bermúdez y desterró a su hermano a Portugal.
 En 1832, Fernando enfermó y su mujer, Mª Cristina, asumió la regencia. A los partidarios de la regente se les empieza a llamar cristinos o isabelinos.
Al morir Fernando VII, en 1833, Carlos Mª Isidro publicó dos manifiestos desde Abrantes (Portugal), reclamando el trono de España con el nombre de Carlos V. Comenzaba así la 1ª Guerra Carlista.
 Lo que empezó como un pleito dinástico se convirtió en una guerra civil que enfrentó a liberales y absolutista.
 El carlismo era un movimiento tradicionalista que defendía la monarquía absoluta de origen divino y legitimista, sólo los varones podían reinar; la sociedad estamental; la religión, otorgando una enorme influencia a la Iglesia; y el mantenimiento de los fueros y privilegios tradicionales.
 El carlismo tuvo gran implantación en las áreas rurales del País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo. Contaba con el apoyo de la baja nobleza rural, el bajo clero, bastantes mandos intermedios del ejército y gran parte del campesinado. Por el contrario, la alta nobleza, la jerarquía eclesiástica, los altos mandos militares, las clases urbanas y los intelectuales apoyaban a Isabel II.
              Al morir Fernando VII, se formaron las primeras partidas de guerrilleros y comenzó la 1ª Guerra Carlista, que duró hasta 1840.
La imposibilidad de lograr la victoria provocó la división entre los carlistas. Por un lado, los transaccionistas, partidarios de negociar la paz, y los exaltados, que desean seguir luchando. Tras la victoria de Luchana, por parte de los liberales, el general Espartero y el general carlista Maroto, líder de los transaccionistas, firmaron la paz, mediante el Convenio de Vergara, en 1839. La mayor parte de los carlistas cesaron en la lucha y se reintegraron a la vida civil, Espartero se comprometió a solicitar a la regente la incorporación al ejército nacional de los carlistas que lo deseasen manteniendo su graduación y sueldo. Además de que las Cortes decidiesen el mantenimiento de los aspectos fundamentales de los fueros del País Vasco y Navarra, los exaltados no aceptaron esta negociación y continuaron la lucha hasta ser derrotados, ya en 1840.
A pesar de su derrota militar, el carlismo siguió latente dando lugar a dos guerras más, entre 1846-1849 y entre 1872-1876.
EVOLUCIÓN POLÍTICA:
a)       La minoría de edad de Isabel II.
-         Regencia de Mª Cristina (1833-1840). Estatuto Real 1834. Constitución de 1837.
La Regencia de Mª Cristina estuvo condicionada por la 1ª Guerra Carlista, su primera decisión fue confirmar a Cea Bermúdez como Jefe de Gobierno, proclamó una amnistía para los liberales perseguidos por Fernando VII con el fin de ganarse su apoyo. Pese al recelo de los liberales, vieron en el apoyo a Mª Cristina la mejor vía para acabar con el Antiguo Régimen.
Cea Bermúdez emprendió algunas reformas para implantar un liberalismo de tipo moderado, por lo que fue muy criticado por los liberales progresistas que consideraban que estas reformas eran demasiado tímidas.
Las principales diferencias entre los dos grupos políticos liberales están primero en el concepto de soberanía y en el papel que debe jugar la Corona en el sistema político. Los moderados son partidarios de una soberanía compartida entre las Cortes y la Corona, ésta con amplios poderes. Los progresistas proclaman la soberanía nacional y limitan el poder del Rey. Segundo, la participación ciudadana; los moderados, partidarios de un sufragio muy restringido, pues consideraban que el poder debe estar controlado por las clases altas con capacidad económica e intelectual. Los progresistas consideran que el derecho al sufragio debe de ser más amplio. Tercero, en lo referido a las libertades y derechos; los moderados se muestran más preocupados por el orden, para defender el derecho a la propiedad que por otros derechos y libertades que reclama el liberalismo progresista, como el de expresión, libertad religiosa, etc.
Tras las protestas, Mª Cristina decidió nombrar como Jefe de Gobierno a Martínez de la Rosa, liberal que había apoyado la Constitución de 1812, pero que había evolucionado hacia un liberalismo más moderado. Bajo su gobierno se promulgó el Estatuto Real en 1834, que era una carta otorgada de carácter muy conservador. De este Estatuto cabe destacar:  unas Cortes bicamerales, las de los Próceres, designadas directamente por la Corona, y la de los Procuradores, nombradas mediante un sufragio muy restringido. Estas Cortes carecían de la facultad de redactar leyes, sólo podían solicitar su redacción al ejecutivo ejerciendo el derecho de petición. Además, el Estatuto Real no reconocía derechos individuales.
Los liberales progresistas se movilizaron contra el Estatuto Real y Mª Cristina se vio obligada a nombrar como Jefe de Gobierno a Juan Álvarez Mendizábal, liberal progresista. Éste consideraba que la única forma de ganar la Guerra Carlista era profundizando en las reformas liberales, por lo que impulsó la Ley de Desamortización eclesiástica y la reforma del ejército. Como consecuencia, la Iglesia y el ejército se opusieron a Mendizábal, por lo que la Regente decidió volver a cambiar el gobierno, otorgándoselo de nuevo a los moderados. Así estallaron nuevas protestas protagonizadas por los progresistas que encabezaron un pronunciamiento militar, el llamado Motín de La Granja de San Ildefonso, en agosto de 1836, por el que la regente tuvo que nombrar como jefe de Gobierno al progresista José Mª Calatrava y restauró la Constitución de 1812, mientras se redactaba una nueva.
 El gobierno de Calatrava, con Mendizábal como ministro de Hacienda, llevó a cabo reformas legales para asentar el liberalismo en España. Se aprueba una desamortización eclesiástica, llamada de Mendizábal y, sobre todo, se promulgó la Constitución de 1837, de carácter más moderado que la de 1812, por su redacción consensuada entre moderados y progresistas ante el peligro carlista.
De su contenido podemos destacar la proclamación de la soberanía nacional, el reconocimiento de derechos individuales como el de libertad de expresión e imprenta, el de propiedad, igualdad jurídica, etc. La Corona tiene amplios poderes; en sus manos está el ejecutivo, también tiene capacidad legislativa, el derecho a convocar y disolver el Parlamento y de velar por las leyes aprobadas. El poder legislativo también recae en el Parlamento dividido en Congreso y Senado, elegidos por sufragio muy restringido.
Al poco tiempo, Mª Cristina nombró un nuevo gobierno de carácter moderado, con los que se sentía más cómoda, En 1840, cuando los moderados trataron de aprobar una nueva Ley de Ayuntamientos que suprimía la elección democrática de sus miembros, se volvieron a producir alteraciones del orden provocados por los progresistas en diversas ciudades. Ante estos hechos, Mª Cristina renunció a la regencia, siendo nombrado como nuevo regente el general Espartero, liberal progresista y héroe de la guerra Carlista.
-         Regencia de Espartero (1840-1843).
Espartero disolvió el Parlamento, que se oponía a su política. Su forma de gobierno autoritario le fue alejando de los progresistas. Sin apenas apoyos, Espartero se tuvo que exiliar en 1843, tras el triunfo de un pronunciamiento liderado por los moderados, capitaneados por el general Narváez. Con la marcha de Espartero, la regencia quedaba vacante, moderados y progresistas se pusieron de acuerdo para adelantar la mayoría de edad de Isabel II, que tenía 13 años.
b)       El reinado efectivo.
-         Década Moderada (1844-1855). Constitución de 1845.
Proclamada mayor de edad a los 13 años, Isabel II asumió el trono de España (1843) y encargó la formación de Gobierno al partido moderado, liderado por Narváez.
El partido moderado derogó la Constitución de 1837 y redactó otra nueva en 1845, otorgando más poderes a la Corona y al Gobierno y recortando los del Parlamento. El sistema legislativo era bicameral y se mantenía el sufragio censitario. Por tanto, solo podían ejercer el derecho a voto y ser elegidas las personas procedentes de los sectores sociales que tenían propiedades o aquellas distinguidas por su profesión.
En 1844 se creó la Guardia Civil, cuerpo policial de carácter militar destinado a mantener el orden en las zonas rurales y que aseguraba el derecho a la propiedad de los terratenientes.
En 1846 se iniciaba la 2ª Guerra Carlista, que duró hasta 1849, en donde los carlistas volvieron a ser derrotados.
 Los políticos moderados intentaron acercarse a la Iglesia, enemistada con el régimen liberal desde la desamortización de 1836. En este sentido, en 1851 se firmó un concordato de colaboración con el Vaticano, por el que la Iglesia recuperaba privilegios y se le autorizaba intervenir en la enseñanza.
Los gobiernos de esta década favorecieron negocios financieros en los que participaban políticos, personajes relacionados con el poder y miembros de la familia real.
En 1854, después de años de corrupción y autoritarismo por parte de los gobiernos moderados, las clases populares dieron su apoyo a un alzamiento liberal progresista, que quería renovar este ambiente político tan degradado. Se inició con un pronunciamiento militar, “la Vicalvarada”. Su instigador fue el general O’Donnell, líder del Partido Unión Liberal y participaron amplios sectores liberales y populares. No pretendían destronar a la reina, sino forzarla a admitir las reformas democráticas interrumpidas en 1844, según el Manifiesto de Manzanares, redactado por Antonio Cánovas.
-         Bienio progresista (1855-1856).
A partir del golpe de Estado, comenzaba una nueva etapa política que duró dos años, en la que se elaboró una carta constitucional, que no se puso en práctica, conocida por eso como “non-nata”
 Isabel II, pidió al general progresista Espartero que formara Gobierno, que puso en marcha una segunda desamortización (1855), según el plan de Madoz. La Ley de Ferrocarriles planificó la red ferroviaria, que tuvo gran importancia en el desarrollo del capitalismo español.
Este período acabó por la reacción de los liberales moderados y las presiones de la Corona y de los sectores eclesiásticos.
-         Retorno al moderantismo (1856-1868).
 Narváez se puso de nuevo al frente del Gobierno, y comenzó un período caracterizado por el predominio de los terratenientes, los militares conservadores y la Iglesia. 
 Se paralizó la desamortización de 1855, se devolvieron privilegios tradicionales a la Iglesia y hubo una dura represión contra las revueltas campesinas llevada a cabo por la Guardia Civil. Además, se establecieron prácticas electorales que controlaban las elecciones, como el pucherazo o los caciques locales, que tuvieron como resultado la corrupción del sistema político.
 La época de mayor prosperidad coincidió con el Gobierno del general O’Donnell, con una posición más moderada que en 1854. Este Gobierno se benefició de las buenas cosechas y la expansión comercial, gracias a las bases coloniales de Cuba y Filipinas.
 En política exterior, se imitaron las operaciones coloniales de las potencias europeas pero con escaso éxito.
              Frente a la política conservadora de los moderados, aumentaban, entre el pueblo español los deseos por unos derechos civiles más amplios. Entre los intelectuales se implantaba el Partido Demócrata y aparecía el republicanismo, a la vez que las primeras organizaciones obreras. El malestar se extendió por todo el país, produciéndose agitaciones sociales (obreros y jornaleros campesinos), conspiraciones militares y críticas políticas en la prensa y la Universidad. Tras la destitución de los profesores republicanos Castelar y Sanz del Río y las consiguientes protestas estudiantiles, el ejército actuó con gran violencia (noche de S. Daniel). Hubo nuevos pronunciamientos progresistas, alentados por el general Prim, que fueron reprimidos. En 1866 se produce una grave crisis industrial y financiera, que coincidió con malas cosechas y crisis de subsistencias, esto agravó la situación.
Como alternativa a la crisis, progresistas, miembros de Unión Liberal y demócratas formaron una alianza frente al Gobierno de Isabel II, fue el pacto de Ostende, que llevó a la Revolución del 68 que supuso la caída de Isabel II.











  6.2. EL REINADO D ISABEL II (1833-1868): LAS DESAMORTIZACIONES DE MENDIZÁBAL Y MADOZ. DE LASOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASE

INTRODUCCIÓN.
Durante el reinado de Isabel II se produjo el desmantelamiento definitivo del Antiguo Régimen, instalándose en España el Estado liberal. Para ello, los liberales se enfrentaron a los sectores sociales más reaccionarios, en las guerras civiles, conocidas como carlistas. Una vez derrotado éste, la lucha política se va a desarrollar entre un liberalismo bastante moderado y un liberalismo progresista, con un predominio del primero, lo que provocará que los cambios económicos y sociales que experimenta España en esta época se produzcan con cierto retraso con respecto a otros países europeos.

LAS DESAMORTIZACIONES DE MENDIZÁBAL Y MADOZ.
Subrayado en el libro

DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES.
Durante el siglo XIX en España se desarrolló la sociedad de clases, basada en la propiedad y no el linaje, que sustituyó a la sociedad estamental del Antiguo Régimen. Los fundamentos de esta nueva sociedad eran la libertad de todos los individuos y la igualdad ante la ley. En este tipo de sociedad era posible la movilidad social según el mérito de cada persona.
 La clase alta era el nuevo bloque social dominante, minoritario en número, acumuló grandes propiedades y controló el poder político. Estaba formado por: la antigua nobleza terrateniente; la nueva burguesía de los negocios (industriales, financieros banqueros), muchos invirtieron en la compra de fincas, convirtiéndose en rentista, abandonando sus inversiones industriales; altos cargos del Estado y mandos militares; y la jerarquía de la Iglesia, que a pesar de las grandes pérdidas económicas (desamortizaciones), mantuvo su influencia.
 Después estaba la clase media, también escasa, concepto muy amplio, que comprendía la media y baja burguesía, dueña de pequeños talleres y tiendas, funcionarios, profesionales liberales, medianos propietarios rurales etc, cuyos limitados beneficios la excluían del censo electoral.
 La inmensa mayoría de los españoles constituían las clases populares. Los más numerosos eran los campesinos sin tierras. Sus condiciones de vida eran muy precarias debido a los bajos salarios, la mala alimentación y el paro estacional. 
La población urbana era menos numerosa, pero importante. En ella se integraban los criados, los trabajadores de los talleres artesanales, los mendigos etc. El proletariado industrial era aún escaso y se concentraba en Barcelona, Bilbao y Asturias. Vivían en condiciones infrahumanas, en barrios de chabolas, degradados e insalubres, con largas jornadas laborales y salarios ínfimos. Aunque sus condiciones de vida fueron mejorando con el paso del tiempo gracias a la acción de las organizaciones obreras, cosa que no sucedió con los jornaleros.





6.3. El Sexenio Democrático (1868-1874): la constitución de 1869. Evolución política: gobierno provisional, reinado de Amadeo de Saboya y Primera República.

Introducción

En el periodo final del reinado de Isabel II, en 1866 se produce una crisis industrial y financiera, que coincidió con malas cosechas y crisis de subsistencia. El malestar se extendió por todo el país, produciéndose agitaciones sociales, conspiraciones militares y crítica política en la prensa y la Universidad. Tras la destitución de los profesores republicanos Castelar y Sanz del Río y las consiguientes protestas estudiantiles, el ejército actuó con gran violencia (noche de S. Daniel). Hubo nuevos pronunciamientos progresistas, alentados por el general Prim, que fueron reprimidos. Como alternativa a la crisis, progresistas, miembros de la Unión Liberal y demócratas formaron una alianza frente al Gobierno de Isabel II. Fue el pacto de Ostende (1866), que pretendía destronar a Isabel II, creando juntas revolucionarias para organizar a las masas populares descontentas con el gobierno.

Evolución política
Subrayado en el libro.

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